martes, 7 de julio de 2009

No es Honduras, es LatinoAmérica

El formar parte de un mismo continente no es el único factor que nos hace Latinoamericanos. Los sucesos ocurridos a lo largo de nuestra historia, y que determinaron nuestra forma de vida, nuestros problemas sociales, económicos y culturales, nuestras razas, nuestras maneras de pensar y de entender la realidad, de luchar, son quizá un componente importante a la hora de definirnos en tanto latinoamericanos. Son quizá el condimento esencial que nos une y nos hace hermanos en lucha.

Pertenecientes a un continente rico en recursos renovables y no renovables, dueños del Potosí, de las selvas amazónicas, con una flora y fauna de exquisita variedad, supimos administrar nuestras riquezas de manera sustentable, respetando a nuestra naturaleza para darle la oportunidad a nuestras futuras generaciones de continuar con un legado que nos brindaba las necesidades básicas para poder vivir.

Lamentablemente, fueron esas riquezas, las que encandilaron a nuestros conquistadores europeos, las que los condujeron a cometer las mas terribles atrocidades absorbidos por la ambición de poder. Desde las épocas del renacimiento, fuimos saqueados, explotados y asesinados por occidente. Siglos y siglos de embarcaciones repletas de minerales cruzaban el Océano Atlántico, para arribar a las costas Europeas. Nos convertimos en colonia, y comenzamos a trabajar para nuestros dueños. Fueron épocas en donde reinaba la Fuerza ante la Razón.

Así dimos la oportunidad a los actuales países “del primer mundo”, en convertirse en tales. A costa de eso, fuimos condenados al hambre y a la esclavitud, y América Latina fue transformada en un territorio ligado al subdesarrollo. En ese territorio están hoy esos países caratulados como “tercermundistas”. Pese a ser, con nuestro esfuerzo y trabajo, los culpables del desarrollo de Occidente, pocos son los que nos reconocen como tales.

Con el tiempo, a través de luchas y un gran esfuerzo, fuimos avanzando hacia un territorio independiente. Argentina declaró la independencia en 1816, Brasil en 1822, Paraguay en 1842, Honduras en 1821, etc. Sin embargo, si bien esa independencia se producía en el ámbito político, en el económico nunca pudimos escapar de las garras de Occidente.

Alternando entre períodos democráticos y dictaduras militares, Latinoamérica continuó siendo un territorio dedicado a la extracción de materia prima, trabajada a partir de mano de obra barata, con amplias poblaciones en la miseria y con una elite local estrechamente vinculada a occidente. Pese a la independencia política, los mismos barcos siguieron yendo cargados de minerales y alimentos, retornando vacíos para volver a ser recargados. La materia prima era trabajada en el “primer mundo”, volviendo con un valor agregado que luego debíamos pagar nosotros.

Se implantaba así la era neocolonial que nos acompaña hasta la actualidad. De esta manera, se sucedían los gobiernos elegidos por el voto popular, el cual mantenía el esquema de saqueo y explotación funcional a intereses foráneos. En caso de observar un “desvío” que pusiese en riesgo ese modelo de extracción y saqueo, las armas y la fuerza harían retornar al país en la línea de conducción deseada.

En los lazos del golpismo militar cayó Perón en 1955, Guzmán en 1954, o mas recientemente Isabel Perón en el 76, Allende en 1973, y tantos otros. La última oleada de dictaduras fue también la mas sangrienta. Con el objeto de aniquilar todo pensamiento socialista, de eliminar todo tipo de actividad sindical, miles y miles de personas fueron “desapareciendo” de nuestras vidas. Con el objeto de ponernos de rodillas ante el extranjero, se implementó un modelo económico de endeudamiento externo, de privatizaciones y desregulaciones estatales, de eliminaciones de subsidios y ayudas sociales, de reducción drástica de gasto público. Así, estos militares, bajo las órdenes del enemigo, despojaron a millones y millones de latinos de su sueño de vivir en un país con igualdad social.

Luego vino la caída del muro de Berlín, el “Fin de la Historia” de Francis Fukuyama y la implementación del llamado “neo-liberalismo” tras el consenso de Washington. El modelo económico fue la profundización de lo ya realizado bajo los golpistas, pero, esta vez, en pleno ejercicio de la democracia.

Las profundas desigualdades sociales que provocaron aquellas democracias de los 90 terminaron por estallar en los entornos del inicio del Siglo XXI. El caracazo Venezolano en el 99 o el cacerolazo Argentino en el 2001 son ejemplos de la gran inequidad reinante.

Estas crisis sociales dieron lugar a nuevos actores, a cambios de paradigmas, a pensar que ese “Fin de la Historia” no contrastaba con la realidad. Se hacía necesario cambiar las políticas neo-liberales, acabar con el saqueo neocolonial, y comenzar a gobernar por y para el pueblo. Así surgió un Chávez, un Morales, un Correa, un Funes, un Lula, un Lugo, un Kirchner, un Zelaya, un Ortega y demás gobiernos que fueron titulados como “progresistas”.

Aunque es difícil realizar una generalización total entre las políticas aplicadas por cada uno de ellos, si se puede decir que la mayoría implementó políticas de protección de los trabajadores, de recuperación del empleo, de recuperación del rol del estado y del fortalecimiento al consumo interno. Todos tienen sus errores y sus aciertos, sus contradicciones y coherencias, pero convergen hacia un mismo rumbo. Ese rumbo es el de una latinoamérica unida que, con sus 500 millones de habitantes puede hacerle frente a cualquier potencia, o por lo menos intentarlo.

Es por eso que este nuevo Siglo nos debe encontrar mas unidos que nunca, nos debe encontrar haciéndole frente al enemigo, a aquel que no desea el bien común, aquel que desea mantener el Statu Quo que nos condena a la miseria y a la opresión. Es por eso que hoy mas que nunca, debemos apoyar a nuestros hermanos Hondureños, apoyar al retorno de Zelaya, y evitar de esta manera que ese oscuro recuerdo, en donde la fuerza se anteponía a la razón, no sea mas que eso, un oscuro recuerdo. Hoy nuestro objetivo debe ser la defensa de nuestra democracia.

Por todo lo dicho anteriormente, Fuerza Honduras!

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